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La importancia de recargar energías: Mi semana en Lisboa

A principios de agosto, tomé una decisión de último minuto que resultó ser exactamente lo que necesitaba: reservé un viaje a Lisboa por una semana con una amiga. Actualmente estoy pasando por un período de transición, cambiando de carrera profesional, y la mayor parte de mi tiempo libre lo dedico a trabajar en mi negocio de coaching. Es curioso cómo a veces nos quedamos atrapados en nuestros objetivos, siempre intentando avanzar, sin darnos cuenta de que, a veces, lo que más necesitamos es simplemente parar.


Lisboa no estaba en mis planes originales, pero en cuanto aterricé y sentí el calor del sol en mi piel, supe que había tomado la decisión correcta. Durante siete días, me permití bajar el ritmo. Pasé tiempo de calidad con una buena amiga, compartiendo risas, disfrutando de comida increíble, y simplemente gozando de las muchas atracciones que la ciudad tiene para ofrecer. Hicimos un tour guiado por la ciudad, fuimos a las playas de Cascais y Carcavelos, visitamos Belém y también el encantador pueblo de Sintra. Fue una sensación de libertad el dejar atrás mi ordenador y disfrutar del momento presente, rodeada por las vibrantes calles de la ciudad.


Cuando volví, me encontré reflexionando sobre esa decisión. Si no hubiera ido, me habría quedado en casa, trabajando sin parar, pegada a mi rutina. En cambio, me di el regalo de un respiro. Y ese es el tema: a veces, tomarse un descanso no es un lujo, es una necesidad. Necesitamos alejarnos para recargar nuestras energías, despejar la mente y recuperar la perspectiva. En Lisboa, me di cuenta de lo importante que es hacer espacio para la diversión y el ocio, incluso en los momentos más ocupados.


Así que esta es una pequeña reflexión: no subestimes el poder de presionar el botón de pausa. No se trata de escapar de las responsabilidades, sino de asegurarte de que tienes la energía y la claridad para afrontarlas de la mejor manera posible. Volví sintiéndome más energizada, con la mente despejada y muy agradecida por el tiempo que me tomé—y, por supuesto, por el sol y las risas en el camino.


Si has estado sintiendo el peso de todas las cosas que tienes por hacer, tal vez sea el momento de preguntarte: ¿cuándo fue la última vez que recargaste tus pilas?


Hasta la próxima aventura, Teresa.


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